Rueda de prensa de Caníbal, de Manuel Martín Cuenca

La gira de presentación de la película Caníbal ha finalizado en los cines golem de Madrid, dónde los actores protagonistas, Antonio de la Torre y Olimipia Melinte, junto a su director Manuel Martín Cuenca han atendido a los medios en una interesante rueda de prensa. Especialmente solicitado ha estado el actor andaluz, que encarna al curioso protagonista de esta historia

Vista la película ¿Alguien tan malvado puede llegar a conocer el amor?

Antonio de la Torre: Si lo piensas, la clave de la película dice que sí. La verdad es que para preparar a este personaje, en vez de juzgarlo, me acerqué a él desde otro sitio. Y desde ese sitio ves como, cuando Nina le pone un espejo delante, él mismo se ve como una víctima. En la actualidad tenemos un gran déficit sentimental en la sociedad. Pero a mi me gusta pensar que el amor es la clave del mundo y la redención del mismo. La película es una metáfora de cómo el amor te puede sacar de la oscuridad.

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Antonio, para preparar el personaje ¿Te asesoraron psiquiatras o psicólogos?

A.T: No, al preparar este largometraje lo evitamos, porque si no, al ponerle calificativos al personaje no te puedes acercar a él. Yo me acerqué desde otras dos claves: Una es la sastrería, dónde es un ciudadano respetado, una persona precisa y minuciosa y además le srive de tapa. Para este trabajo me asesoro Octavio Hernández, un sastre de Gran Vía. Creo que en la vida también tapamos de algún modo lo que nos pasa. Esa es la segunda clave, que Carlos está muy vivo, pero lo tapa.

¿Qué te llevo a contar esta historia? ¿Cuál fue la inspiración?

Manuel M. Cuenca: Conocíamos la novela en que se inspira (Aunque muy libremente) Nos llamaba la atención construir una historia de amor que tuviese como motor el encuentro con el otro, el ponerse en su lugar, la empatía. Para mí amar es querer también el bien del otro. Carlos es un personaje contrario a esto, se mueve por otros motores, es un depredador que no siente empatía ni culpa. Con el amor puede enfrentar y comprender la posibilidad de la otra persona. Se trabaja en que Carlos no se juzgue a si mismo. Y en el asombro con que vivo ese sentimiento por primera vez, porque los sentimientos se viven así cuando se sienten por primera vez.

Las películas son también una huella del tiempo en el que están. Quizá no podríamos haber hecho esta película hace 10 años. Pero vivimos una época de confusión moral tremenda, tenemos una crisis moral que viene desde los años 90 y que es aun peor que la crisis económica. El cine negro llama a las puertas de este contexto.

¿Cómo queda el personaje tras la última escena?

A.T: Para mí lo interesante es que cada uno piense lo que sea. Para eso está la historia. Te puedo dar mi opinión, pero como espectador, y como tal creo que se redime. Pero porque quiero creer que el amor puede cambiar el mundo. Creo en la redención.

¿Este papel puede marcar un antes y un después en tu carrera, Antonio?

A.T: Bueno, no he hecho aun una película después de ésta así que no sé hasta que punto podría haber antes y después. No me lo planteo. Cuando era más joven si pensaba más en los papeles que me daban y en lo que significaban. Pero es absurdo planificar una carrera. Es absurdo planificar la vida. Hay que trabajar con el presente.

Se ha hablado de que este papel, al fin, podría darte la nominación al Goya ¿No te ha llegado ya el momento?

M.M.C: Los rumores no son nada

A.T. (Risas) Tal y como están las cosas, ya es bastante con trabajar.

Antonio, antes de esto, estuviste haciendo El Cazador en teatro. Ambos personajes tienen un punto en común de depredador ¿Te vio Manuel en ese escenario? ¿Cómo se hace un personaje con tanto fondo?

M.M.C: Alguna vez hemos hablado de montar una obra de teatro. Sí que vi a Antonio, pero la verdad es que no pensé en la relación.

A.T: Sí, me parece que me vio. No pienso en el fondo del personaje. Me gusta hacer este tipo de personajes pero no por el rol en sí mismo, sino por la entrega, el esfuerzo, la oportunidad, conocer a otro dentro de mí, que en cierto modo es actuar. Las cosas que más merecen la pena en la vida suponen un esfuerzo.

Antonio, cómo buen malagueño ¿Vives mucho las procesiones, la religiosidad?

A.T: De los 15 a los 20 saqué los tornos, pero era más por tradición que por fervor religioso. Me gustaba formar parte de algo, que me vieran las chicas con el uniforme… Luego cuando me fui a Madrid ya me alejé un poco de eso. ¿Religiosidad? Pues estoy bautizado, pero así muy resumido, no creo que haya otra vida después de ésta.

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¿Es la película una reflexión sobre el mal?

M.M.C: El canibalismo es un tabú enorme. Esa historia debe hablar por sí sola, los hilos de la narración la tienen que sujetar. El público tiene que enfrentarse a esta película, que es una película no complaciente. Una vez hecho eso, respetar lo que le diga a cada uno. Esa es la magia del cine.

A.T: Creo que Umberto Eco dijo eso de “Hay tantos libros como lectores” Esto es algo parecido. Hay tantas películas como espectadores.

Olimpia ¿Cómo es lo de hacer dos personajes?

Olimpia Melinte: Quería hacerlos desde que leí el guión. Tengo una parte de ambos personajes dentro de mí. Por Alexandra, que es la femme fatale, sentía un poco de miedo por caer demasiado en el cliché. Y  Nina también es parte de mi, y la he hecho con toda mi fuerza. La verdad es que me encantó hacerla.

Hay ciudades que no dejan grabar por posibles malinterpretaciones ¿Cómo conseguisteis el permiso de la Diócesis de Granada?

M.M.C: Los cineastas somos lo más parecido a agricultores que hay. Llegamos, plantamos la semilla, la vemos crecer. Tenemos paciencia. Vamos a pico y pala. Hablamos con uno, hablamos con otros. Siempre siendo honestos y diciendo la verdad. Y hay muchas veces que te cierran la puerta, pero lo maravilloso es que siempre hay alguien que te la abre.

¿Por qué en Granada?

M.M.C: Queríamos una ciudad europea con tradición, huir de ese posible paternalismo de contar el canibalismo en un mundo más ajeno. De hecho la novela era en La Habana y en otra época y nosotros lo trajimos a Granada y a la modernidad. Granada es una ciudad bellísima y rezuma toda esa tradición. También influía el hecho de que no se han rodado demasiados thrillers allí, sobre todo se ruedan muchas películas históricas. Además, yo conozco Granada como la palma de mi mano porque he estado mucho tiempo allí y considero que las películas también tienen un alma, y  ese alma se la podía poner con un sitio que yo conocía. Sentí que era la ciudad que más aportaba.

Esta película es otro ejemplo de buen cine español ¿Qué opinas de las últimas declaraciones de Montoro?

M.M.C: Son una provocación y una opinión personal, es libre de decir lo que quiera. Pero es Montoro, ministro de Economía y Hacienda de un país con 6 millones de parados. Tiene sus propios problemas. Nosotros deberíamos ocuparnos del cine, y él de que el país vaya bien.

¿Ha costado alguna escena con todo el frío y la nieve?

O.M: En la sierra, todas ellas, por el viento y el frío que hacía. Pero no era difícil solo para nosotros, sino para todo el equipo.

Antonio ¿Puedes comparar los distintos directores con los que has trabajado?

A.T: Hay muchos tipos de directores. Los hay más preocupados por la realización, los hay que tienen su propia propuesta. A mi me gustan los directores de actores, que digo yo, los que en cada momento están pendientes de sus personajes. Manuel es uno de ellos. Así se combina el rodaje que hay que hacer y es trabajo y tiene que estar con un poco el riesgo creativo de lanzarte y crear algo, que en el fondo es el arte. Hay una frase por ahí que dice “quien tiene miedo al error no puede vivir una vida creativa”

A pesar de que la película se venda como un thriller, parece más una película muy personal, prácticamente cine de autor ¿Cómo se podría definir?

M.M.C: Menos mal que es muy mía, porque la he hecho yo. Uno hace el cine que le sale en el fondo. Es cine negro, pero tal y como yo lo entiendo. Los géneros están para visitarlos, revisitarlos, cambiarlos y evolucionarlos, no son algo sólido. Creo que sería cine negro.

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¿Cómo planificasteis el climax final entre los tres, esa escena de los dos protagonistas y el director?

O.M: Yo creo que fue solo cuestión de vivirla, de hacer lo que harías si de verdad alguna vez te toca pasar por algo así. Realmente no ensayamos mucho, solo la vivimos.

M.M.C: La única guía era huir del melodrama. Vivirla, y probar una y otra vez. Tomamos planos, quitamos cosas y, de repente, la tuvimos.

Antonio, estás haciendo tu primer rodaje en inglés ¿Crees que puede ser el inicio de una carrera internacional, ahora que se emigra en todos los sectores?

A.T: No lo sé. Tengo un agente en Londres, ellos me han conseguido esto. Me encantaría poder hacer más cosas, sin duda, pero no me voy a ir a vivir a Los Angeles. Yo vivo en Sevilla y en Madrid y no puedo quedarme esperando llamadas. No puedo caer en la planificación, eso arruina muchas carreras.

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