Quién te cantará (Carlos Vermut)

Considerando sus dos primeros largometrajes —Diamond Flash (2011) y Magical Girl (2014)— se puede apreciar en Carlos Vermut una obsesión por construir una narrativa precisa y consistente, elaborada de forma minuciosa a través de su propia estructura, la fragmentación del relato, la circularidad de las relaciones entre personajes, así como la exploración dramática de las consecuencias de sus actos y el castigo por sus acciones. En ella introduce además elementos y símbolos cuya resonancia real queda camuflada en principio para tomar el control según avanza el metraje. Sus films podrían definirse esquemáticamente como puzzles narrativos en los que lo enigmático de sus historias y la falta de información estimula al espectador mientras genera el auténtico conflicto, oculto a primera vista. En Quién te cantará parece extender estas ideas a su propio eje temático. Najwa Nimri interpreta a una desaparecida cantante exitosa de los 90 que justo antes de volver a los escenarios pierde la memoria. Lo ha olvidado todo y debe aprender a ser de nuevo Lila Cassen con la ayuda de una fan que conoce su repertorio, sus gestos y la energía que transmite en sus canciones mejor que nadie.

A través de sesiones de ensayos la relación entre Lila y el personaje de Eva Llorach deconstruyen su persona pública, su estilo y decisiones artísticas, mientras la intenta asumir de nuevo sin dejar de cuestionarse a si misma permanentemente. Algo que podría evocar a la claustrofóbica convivencia y las conversaciones en la casa de la playa de las protagonistas de Persona (Ingmar Bergman, 1966) Mientras Violeta proyecta en Lila todas sus aspiraciones rotas de juventud, Lila ve en ella un supuesto reflejo de si misma que no reconoce. El sacrificio del mecanismo al que supeditaba Vermut sus anteriores trabajos queda ahora al servicio de la exploración psicológica de los personajes y su proyección en su dispositivo formal. A través de la escena, el manejo de espacios y la composición, Vermut establece la fragmentación de la identidad como una de las principales líneas de interés de su obra, mientras aparece la obsesión por la celebridad como un apunte recurrente en sus diálogos. La banda sonora externa soporta este planteamiento de Quién te cantará, estableciendo una atmósfera en la que el director realiza un salto de fe en el pacto con el espectador en clave de thriller psicodramático. De las canciones de la propia Lila Cassen y su estética al interpretarlas se captura la dualidad interna de su ser.

¿Quién es Lila Cassen? La identidad, la representación pública de ella y el significado de los elementos que la componen están fusionados en Lila, pero también divididos entre ella y Violeta. La contraposición de sus vidas aparece con ellas por separado, mientras una vive sola en una mansión increíble la otra comparte piso minúsculo con una hija que la maltrata. El estudio que la película realiza no deja de mostrar tampoco el triángulo que se crea con la representante de la artista, configurando una cadena de relaciones de intereses y naturalezas dispares tan propias de este cineasta. Vuelve a estar presente el componente de abuso en las relaciones personales, descompuestas por motivaciones singulares y egoístas. Su reconocible tratamiento de humor costumbrista en los diálogos aparece lo suficiente para aligerar el tono de lo que podría pasar por tragedia griega desde su inicio. Y aparece la deriva de vivir a través del otro, por su dinero, por amor maternal, por el reconocimiento de un talento que nadie nunca ha visto. Unos factores presentes en nuestras sociedades descompuestas por el culto a la fama que favorece la alienación a través de los medios de comunicación que ellos mismos alientan. Entrar en la mente de los dos personajes principales del largometraje es el objetivo absoluto durante su metraje. Un objetivo que deja de lado lo más tangible de sus anteriores trabajos para adentrarse en terrenos más inseguros, desequilibrados, perturbadores y muy sugerentes sobre los que su propuesta nunca pierde la coherencia.

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