Mathieu Amalric… a examen

Ya desde sus explosivos títulos de crédito, Mathieu Amalric nos da pistas sobre lo que pretende ofrecer en su film Tournée. Visceralidad explosiva, temperamento, pasión y una tendencia al caos organizado. Sí, Tournée puede girar en torno al mundo del Burlesque (aunque quizás no es más que una excusa argumental) pero en realidad lo que Amalric filma es puro Rock N’Roll cinematográfico.

Este sentido de lo musical podría ser casi como la evolución natural del cine de John Cassavetes, recogiendo el guante de la visión de una masculinidad frágil, violenta a veces, pérdida casi siempre, perdedora compulsiva y de un romanticismo nihilista escondido bajo armaduras de cinismo y aparente dureza. Un protagonista que se configura como eje y, al mismo tiempo, reflejo de un entorno femenino que quiere controlar a toda costa pero que finalmente le supera, ni que sea porque es incapaz de tener el dominio de su propia existencia.

La mirada, a pesar de su masculinidad, no implica una cosificación del cuerpo femenino ni una sexualización grotesca del mismo. El Mathieu Amalric director obvia cualquier atisbo de pulsión erótica trasladando la cámara a los ojos del Almalric actor/personaje. Es a través de esta observación donde podemos dibujar la personalidad del protagonista, la contradicción del ego dominante contra la sutileza de la fortaleza de unas mujeres que, aun exhibiéndose como forma de trabajo, dominan la escena y, de alguna manera, sí reducen lo masculino a un objeto que se mueve a voluntad. En un vaivén de dudas y contradicciones.

Precisamente, estas idas y venidas, este constante traslado de emociones tiene su correspondencia en la itinerancia de los personajes que, a pesar de tener un rumbo prefijado, sufren de desvíos, de un nomadismo que por fuerza desarraiga y crea tensiones. Unos trayectos hacia un sueño improbable, actuar en París, que se perfilan como un paralelo a la trayectoria vital de cada uno de los componentes de la troupe.

En este sentido, el desdibujamiento del viaje se corresponde a la paulatina abstracción de la narrativa, del paso de un dibujo más o menos nítido del mundo del espectáculo, las reacciones de la audiencia y de los emplazamientos visitados hasta llegar al no-lugar final, el vacío paisajístico, los sentimientos perdidos, las ausencias emocionales. Un trayecto que hace más y más borrosas las motivaciones hasta desnudar completamente los cuerpos en busca de su verdad más íntima y humana.

Sin embargo, cuando las corazas caen, Amalric se abstiene de lanzarnos un mensaje negativo y nos plantea la idea de que, ante la pérdida de la identidad individual siempre queda la esperanza grupal, el objetivo común que da sentido no solo al trayecto realizado sino que se postula como objetivo vital para seguir adelante. Sí, ‹the show must go on› como leiv motiv, como única manera de mantener la cordura, de rellenar el vacío, de construir relaciones al mismo tiempo que se construye uno mismo. Sí, Tournée es fuego, deconstrucción, pasión, vehemencia y existencialismo romántico. Es un grito inicial que se cierra con un grito equivalente. Es solo Rock n’ Roll and i like it.

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