Lo mejor del 2015 por… Álex P. Lascort

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2015. Sí, como siempre el top intenta reflejar lo mejor que nos hadado de sí este año. Un año por otro parte irregular en tanto que, no solo no se aprecian tendencias claras, sino que el nivel global se nos antoja flojo en el sentido de que, incluidas las películas que conforman este top, no hay ninguna obra que (con la excepción quizás del número 1) deje poso. Una imagen, un plano, una novedad que la incorpore definitivamente al imaginario colectivo cinematográfico. Aún así aquí van las obras más destacadas de este año.

10 — The Assassin (Hou Hsiao-Hsien)

Mucho se ha hablado de la reinvención del Wuxia a manos de Hou Hsiao-Hsien. Una visión presuntamente lateral y novedosa del género. Algo cuando menos discutible ya que la vaporosidad y el fuera de campo (por citar algunos recursos) ya habían sido trasladados a pantalla anteriormente (La casa de las dagas voladoras sería un buen ejemplo). Lo que sí realmente consigue Hou es desmitificar y fraccionar la trama y así de alguna manera conseguir el efecto de un extraño realismo. Puede que sea por momentos incomprensible, pero a quién le importa ante tamaño despliegue de belleza. Sí, The Assassin puede que no sea la mejor obra de Hou, pero de desde luego sí uno de los artefactos más bellos nunca filmados.

9 — Leviatán (Andrey Zvyagintsev)

El poder las imágenes que ofrece Andrei Zvyagintsev sueles ser de tal calado que por momentos parecen sobrepasar aparentemente a la propia trama. Nada más lejos de la realidad, precisamente las imágenes surgen como amplificador y reverberación de lo contado. Una vez más el director ruso nos sumerge en esos espacios-limbo rusos. Nadas donde la corrupción y las pasiones son tan poderosas como frías, y donde el poder de la presencia femenina siempre es correa de transmisión del drama. Sí, la sombra de Tarkovsky es alargada, pero quizás Leviatán supone un punto y aparte hacía nuevos caminos formales, más personales pero igual de demoledores.

8 — Les Combattants (Thomas Cailley)

El entusiasmo, el vigor, el amor fou y la ironía, sobre todo la ironía, son los elementos que el debutante Thomas Cailley explora en Les Combattants. ¿Comedia juvenil? ¿Drama de tintes apocalípticos? Pues algo de ello hay que duda cabe, pero lo que precisamente hace esta obra significativa es el elogio de la imprevisibilidad. Cailley sabe y transmite certeramente de qué quiere hablar y para ello busca la sorpresa con forma de caos estructurado. Un film que habla de la pasión y lo hace como debe ser apasionadamente sin carrinclonerías ni clichés. Al fin y al cabo, ¿no es el amor una tormenta desbocada?

7 — National Gallery (Frederick Wiseman)

Y sin embargo la pasión puede también adoptar formas tranquilas. Remansos de paz donde la reflexión forma parte del trabajo y al amor se por él se transforma en delicadas piezas de orfebrería. Frederick Wiseman nos invita a un trayecto suave, reposado, con la intención de que no solo amemos al arte sino aquellos que cuidan de él. Es una película sobre gente que trabaja sobre el trabajo de otros pero, más importante, un ejercicio que invita a la reflexión sobre la trascendencia del arte, de su poso, de como afecta a nuestras vidas, nuestros recuerdos.

6 — Viaje a Sils Maria (Olivier Assayas)

Recuerdos por cierto que también pueden comportar renacimientos de lo oscuro de nuestras vidas. De momentos desagradables, de rencillas y traumas no superados. Sobre ellos, y a través de un paisajismo desbocado y unos diálogos hirientes, Olivier Assayas teje un complejo y delicado artefacto sobre relaciones humanas, sobre lo que significa el peso de tener una vida significativa como artista y de cómo somos un reflejo de lo que los otros construyen sobre nuestra identidad. Duelo impecable de artistas como Juliette Binoche y la sorprendente Kristen Stewart, Sils Maria es como un sueño, por momentos pesadilla, construido sobre lo etéreo. Lo efímero.

Sils Maria-seis

5 — Langosta (Yorgos Lanthimos)

Lo que Yorgos Lanthimos propone no debe sorprender a estas alturas. La visión irónica de un aspecto de la sociedad desde la lateralidad metafórica. En este caso el látigo va directo a fustigar las relaciones de pareja. O mejor dicho como la sociedad obliga a tenerla como símbolo de “normalidad”. Aunque Lanthimos no hace elegías de la soltería, no. A través de mostrar los fanatismos en las posturas el film se erige en defensor del libre sentimiento, porque en el fondo en Langosta el problema fundamental es la imposibilidad de vivir conforme a los sentimientos reales de cada uno. Humor negro, violencia, estupefacción; ingredientes lanzados en tono monocorde para describir una idiocracia de lo sentimental que está más cerca de lo que parece.

4 — El club (Pablo Larraín)

Pocos films este año producen una sensación tan desagradable, mal rollera y poco esperanzadora como esta obra de Pablo Larraín. Sí, puede que la temática se circunscriba en lo religioso, en sus perversidades y su falsedad moral. Pero en realidad estamos ante un fotografía que hay que ver en panorámica. Larraín fustiga a la iglesia sin piedad, cierto, pero lo que hay en su profundidad de campo de tonos grisáceos y plomizos, es un retrato de la descomposición moral de un mundo. Un panorama que cierra, a través de sus continuos cielos nublados y fríos, cualquier atisbo de esperanza o redención. El Club da miedo por lo que cuenta, pero su claustrofóbica de encuandrar la situación, de mostrar las deformidades del alma a través de cuerpos repugnantes va más allá del simple pavor. Es una pesadilla tan inescapable como realista.

3 — La academia de las musas (José Luís Guerín)

La manipulación a través del poder de la palabra. Sus efectos en el imaginario de sus protagonistas, en sus relaciones cotidianas. La poesía, la enseñanza y la seducción. Las relaciones afectivas entre seres humanos, con sus recovecos, mentiras y recovecos. Todo ello está en el último film de José Luís Guerín. Una película, austera, casi documental, que consigue con muy poco transmitir mucho más que cientos de intentonas hollywoodienses sobre el tema. Desnudez y pureza, palabras y actos, acción-reacción. Conceptos simples para reflexiones profundas, algo que parece tan fácil que es imposible. Hasta que Guerin lo consigue. Un milagro hecho película.

La academia de las musas-tres

2 — La juventud (Paolo Sorrentino)

Nos vamos al otro lado del espectro. Sorrentino no es Guerín, ni en medios, ni intenciones ni formas. Lo suyo es el barroquismo y, en cierta manera el esperpento deforme. En Youth lo tenemos presente en cada, toma, en cada plano. Si Paolo Sorrentino nos sitúa en el ámbito irónico de un balneario (curiosamente mismo espacio que en Langosta) para hablar de recuerdos, vivencias y redenciones posibles o no. Pero el interés del director italiano no es hacer sangre, es hacer drama a través de una ternura que quiere ser distante pero traspua por cada uno de los fotogramas. Podríamos estar hablando de una cara B de La Gran Belleza, sí. Como Si los años hubieran caído de repente, y con ello los recuerdos y los remordimientos, sobre Jep Gambardella. Solo que aquí no hay personajes de vida cínica y nihilista. Aquí hay dos hombres perseguidos por sus sombras vitales (monstruosos en su virtuosismo Michael Caine y Harvey Keitel) que interactúan, advierten, aconsejan y tratan de salir adelante en el ocaso de sus vidas. Una epifanía vital y espiritual que puede ser uno de los artefactos mas bellos y conmovedores nunca filmados.

1 — It Follows (David Robert Mitchell)

Es Exagerado decir que el film de David Robert Mitchell es la obra de terror más importante de los últimos tiempos? Creemos que no. It Follows nace de la multireferencialidad, y en este sentido podríamos acusar a su autor de no inventar nada nuevo. La cuestión es si sus fundamentos son solo fuegos de artificio para una gran nada o la base de un brillante y tenebroso edificio. La respuesta está en el poder las imagenes, de sus metáforas circulares y continuas. Su capacidad de generar incertidumbre y miedo desde la implacabilidad de lo invisible y lo agotable. De como construye un alegato sobre los miedos al cambio a la vida adulta a través de pocos elementos. El sexo, los amigos, la familia (desaparecida). Todo ello en un combinado artificioso pero reconocible que perpetua el angst juvenil y la angustia de dejar atrás la inocencia. It Follows no es solo un film de terror, es un coming of an age de los temores de toda una generación que vive con incertidumbre el futuro, mientras trata de huir del pasado. El tiempo como auténtico monstruo imparable.

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