Las gacelas (Mona Achache)

Sencilla comedia romántica, con la opinable gracia del cine francés y sin demasiadas pretensiones, que abordará los vaivenes de un grupo de amigas treintañeras y solteras, urbanas y deshinibidas ante el compromiso, la madurez emocional y la amistad que las une. No son mujeres con complicaciones económicas o laborales, ni de salud, ni de cualquier otra índole, sino con la vida resuelta, acomodadas en sus carreras y sin más lugar y opción de esparcimiento que los locales de copas, fiestas y noches de sexo rápido.

Las gacelas

Marie (Camille Chamoux), orientadora laboral y protagonista del relato, y Eric (Franck Gastambide) son una pareja de treintañeros que llevan la mitad de sus vidas juntos. El hastío de la relación, los pequeños vicios de su cónyuge y el aborrecimiento que descubre hacia Eric, determinará que Marie, sin preaviso, haga volar la relación por los aires al poco de comprometerse ambos a firmar el contrato de su hipoteca por la compra de un apartamento de 480.000 euros.

Ahí radica el núcleo duro de la trama, cuya insignificancia se cierne sobre problemas de tan poco calado como inexistentes y que sin embargo han pasado a ocupar el primer puesto en las prioridades y preocupaciones de una generación de mujeres obsesionadas por su estatus civil e incapaces de sobrellevar la soltería sino como una tara social. Mujeres parisinas homónimas de las Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha de Sexo en Nueva York, con enormes problemas de autoestima e inmadurez emocional y aquí, sin la gracia de la serie americana, representarán, como dice su directora, el nuevo de tipo de relaciones entabladas con los hombres. Relaciones tan duras y tensas como las existentes en el mundo laboral. En el amor, como en el mercado, primarán también las leyes básicas de la oferta y la demanda. De ahí la analogía (sí, curiosa) con el hecho de que su protagonista sea además una suerte de funcionaria gris de los servicios públicos de empleo.

Su directora, la joven realizadora francesa Mona Achache, dirá que su película elude por completo cuestiones sobre el feminismo o la liberación de la mujer creando, sin embargo, un producto perfecto para dar más carnada todavía a la consabida guerra de sexos.

Las gacelas

Desde luego resulta interesante desde el punto de vista de cómo son hoy criptografiadas las emociones y el lenguaje de la seducción, a través de mañas y puestas en escena sobre todo carentes de naturalidad y sencillez, ocultando todas las artes desde un sexo hacia el otro. El cómo las tecnologías modernas intervienen abusando del tiempo que debiera consagrarse a la relación amorosa es otra de las cuestiones más interesantes abordadas por Achache. Y un resto inevitable al guión forzará a estereotipar a los hombres y a comportarse de manera ciertamente condescendientes con ellos. Desde luego, no llegará en absoluto al público masculino y probablemente no haga sino crear más confusión al entendimiento mutuo.

La representación de la mujer treintañera como un manojo de inseguridades y nervios que raya la histeria pero sin la perspicacia de Almodóvar para estos menesteres, tampoco convencerá. Mujeres con los nervios crispados y a flor de piel, en situaciones cotidianas que las sobrepasan por completo y retratándolas como seres inmaduros e incoherentes —poco fiables en definitiva— componen este prisma del universo femenino interpretado por Achache.

Presentada a sección oficial de la quinta edición de My French Film Festival —como apuesta por la nueva generación de cineastas franceses—, montada con mucho desparpajo, a golpe de tecno y ritmo videoclipero, y con vocación de resultar fresca y poco convencional, lo cierto es que Las Gacelas no pasa de ofrecer una revisita a los clichés del cine de liberación sexual si es que tal hazaña pretendía. Ya en sí, la presentación de los títulos de crédito iniciales hace presagiar la frivolidad de una cinta que posiblemente no aspire a dejar huella en los anales del cine francés, sino sencillamente agradar a su público, presentando unas maneras muy actuales, un desarrollo ágil y entretenido y una trama conocida con escasa o nula complicación. Las Gacelas ofrecerá un extenso catálogo de consejos y trucos ideados para conseguir a un hombre y hacerse desear, prototípicos de cualquier revista femenina para adolescentes. Ese es su público.

Más allá de eso, la obra de Achache, es una divertida representación de la nada.

Las gacelas

Un comentario en «Las gacelas (Mona Achache)»

  1. Hola. La crítica tiene tatuado el anatema de hacerse bajo las circunstancias que rodean al autor, es obvio.
    A mí esta película me resultó muy ubicada en el contexto de quienes queremos aprender y comprender mejor la feminidad.
    La relajación de los cánones impuestos por los hombre ha traído la imagen del posible ejercicio de la «libertad» por parte de la mujer pero como esa libertad no ha surgido de ella en sí, sino de las imposiciones socioculturales que la rodean, entonces ha devenido en imitación de lo que se supone es masculino con lo que se puede evidenciar, en cualquier paseíllo por una discoteca, a chicas (y no tanto) borrachas, drogadas, promiscuas, comiendo en exceso y un largo etcétera de «actividades» que se suponen estaban restringidas a los hombres. «Les Gazelles» no es una mera «representación de la nada», mi estimada Raquel. Vuélvala a ver con ojo más objetivo, a ver qué le dice. Lacan dijo la terrible frase, atacada hasta la saciedad por las feministas: «La mujer no quiere ser amada sino deseada». Sí, le dieron tantos palos al viejo Lacan por ello pero dese una pasadita por Instagram y, en algunos casos, podría tener la sensación de que el viejo psicoanalista galo tal vez generalizó pero en ciertos casos… ¿Qué es lo que en REALIDAD quiero? Es una buena pregunta para aquel o aquella que desee conocer su feminidad, en serio. El personaje de Marie no es sino pelotita dentro de la ruleta; ella va a donde la TV, la publicidad, sus «amigas», sus «conquistas», el qué dirán… la lleven.

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