La mirada del silencio (Joshua Oppenheimer)

Una de las obras de no ficción que más ha impactado en el ámbito cinematográfico en lo que llevamos de Siglo XXI es The Act of Killing, documental realizado por el tejano Joshua Oppenheimer con el apoyo de Christine Cynn sobre las matanzas que se produjeron en Indonesia tras el golpe de estado militar de 1965. Allí, el director (que vivió durante varios años en el país asiático) situaba delante de la cámara a muchos de los ejecutores de tales asesinatos, tipos como Anwar Congo, que se hacían llamar “gángsteres” y no tenían reparo en confesar sus crímenes en pantalla pero que, en el fondo, daban la impresión de ser tipos absolutamente normales, con su sentido del humor, sus amigos y su día a día como cualquier otro ciudadano. Esta terrible calma exhibida a la hora de confesar sus fechorías, unida a la no menos tranquila manera con la que Oppenheimer plantaba su cámara en un territorio que a priori podría haberse calificado como hostil fueron los dos principales ingredientes de un documental que le reportaría gran éxito de crítica y premios.

Pese a que la director’s cut de The Act of Killing exhibía unos 40 minutos más de duración, llegando a un metraje que sobrepasaba las dos horas y media, todavía faltaban muchas cosas por contar. Entre ellas, una evidente: las víctimas. Por tal motivo, Oppenheimer (esta vez sin la compañía de Cynn) ha elaborado una nueva pieza documental sobre el genocidio, que lleva por título La mirada del silencio (The Look of Silence) y que centra su núcleo argumental en cómo un joven descendiente de supervivientes hace frente a algunos de los responsables de los crímenes, tratando de cerrar la herida aún abierta por el asesinato de su hermano mayor.

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Esta nueva obra  busca conformar un díptico casi uniforme más que una secuela pura y dura, aunque su posterioridad y el hecho de que sea prácticamente imprescindible haber visto con anterioridad The Act of Killing para entender todo su significado seguramente hagan inevitable calificar a La mirada del silencio como segunda parte de aquella. En esta ocasión, vemos como la mala baba de los responsables del genocidio sale a relucir, ya no hay tanto rastro de humor como en el documental anterior, la confrontación con las víctimas les hace verse en mayores aprietos.

En este nuevo trabajo, continúa llamando la atención la facilidad de Oppenheimer para extraer confesiones por parte de sus entrevistados. Una de las escenas más impactantes de La mirada del silencio es aquella en la que dos ex verdugos reconstruyen paso a paso el proceso de tortura y ejecución de varias personas durante la época. Semejante esbozo del proceso hace temblar por lo que pudo haber pasado en su momento, pero no provoca por sí solo un escalofrío en el espectador. Ésta es la mayor virtud y, a la vez, el defecto de la obra: depende mucho de la personalidad del espectador el que éste se muestre alterado con lo que le están contando. Por eso es tan importante ver previamente The Act of Killing, para así entender la historia en su conjunto.

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Por lo demás, Oppenheimer maneja bien la estructura narrativa del documental, quizá más esquematizado que en el anterior film, lo cual no quiere decir ni mucho menos que sea peor. Sabe realizar una correcta presentación del personaje protagonista en el entorno de su familia y a lo largo de la película le vemos contemplando frente a una pantalla de televisión aquel proceso de reconstrucción de ejecuciones que mencionábamos anteriormente. Quizá alguien pueda sorprenderse de que el hombre no parezca alterarse lo más mínimo, pero eso es parte de la gracia de La mirada del silencio: con absoluta frialdad en fondo y forma, Oppenheimer vuelve a golpear al régimen de un país que, a verano de 2015, todavía no ha comenzado a pedir cuentas a los responsables de tan brutal genocidio.

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