La alternativa | Modesty Blaise, superagente femenino (Joseph Losey)

Modesty Blaise, superagente femenino es la primera adaptación al cine de la historieta sobre el personaje homónimo publicada por primera vez en 1963, que cuenta las aventuras de una espía, centrándose en esta ocasión en una rocambolesca misión al servicio del gobierno británico. Dirigida por Joseph Losey, contó con un nada desdeñable reparto a la cabeza del cual se encuentra Monica Vitti como la fascinante y seductora protagonista, y adoptó un estilo principalmente cómico que funciona como parodia al cine de espías convencional, convirtiéndose en un clásico del cine camp no exento de polémica entre los fans del cómic original ya que al parecer el guión original de la película, escrito por el autor del cómic, fue reescrito casi en su totalidad.

En cualquier caso no es difícil extrañarse al ver a un director como Joseph Losey embarcado en un proyecto de este estilo, y desde luego, no les culpo. La propia película se encarga de recordarnos de múltiples maneras que no se encuentra en su elemento, y esta falta de contundencia y de saber exactamente lo que se está haciendo es un problema latente durante toda la cinta. La comedia funciona a ramalazos, la trama criminal es incapaz de mantener el ritmo y el interés cae en muchos puntos, y el medio gas entre la parodia y la pretensión medianamente seria de ser una historia de espionaje competente en ocasiones resulta frustrante. Pero lo que más se hace notar es su duración. Para una aventura como la que se nos narra, las casi dos horas que dedica la cinta sobran por todos lados.

En cuanto a las interpretaciones, destacan sin problemas Dirk Bogarde, como un genial villano de flema sobreactuada y una personalidad muy divertida que proporciona algunas de las escenas más memorables del filme, o Terence Stamp como el competente y mujeriego compañero de Modesty. El resto del reparto se mueve en esa misma línea de interpretaciones exageradas y carentes de naturalidad que funcionan bien en el contexto de la obra. Todos excepto una: Monica Vitti. En este punto surge el otro gran pero de esta cinta. Vitti simplemente no se acopla a su personaje. Es seductora, sí; es buena actriz, desde luego. Pero su imagen es digna y elegante, y es incapaz de representar de una forma creíble a la Modesty Blaise cómica, absurda y desenfadada que propone este guión.

Modesty Blaise, superagente femenino es la viva imagen de que incluso algo que puede parecer fácil y poco exigente a primera vista puede llegar a naufragar si sus autores no se muestran familiarizados con el estilo y las formas de lo que cuentan. No es fallida por ser cine camp sin pretensiones, sino por estar tan poco segura de sí misma y por no demostrar la habilidad de recursos necesaria para hacer que esto llegue a buen puerto. No quiero decir con ello que la experiencia suponga un absoluto fracaso porque si algo caracteriza a esta película es precisamente su irregularidad. En ella hay muchos momentos cómicos que sí funcionan, al margen de los muchos otros que no lo hagan. Cuando se pone algo más seria y expositiva puede ser muy interesante, incluso logra crear algunos momentos de confrontación muy absorbentes e intensos, redundando, de paso, en el hecho de que Monica Vitti se encuentra más cómoda en esa faceta que en el tono principal de su personaje. Y el coloreado vivo aporta una estética muy característica a la cinta que muchos apreciarán en gran medida.

Pero por encima de todo, la condición de entretenimiento ligero y carente de pretensiones de esta película hace que incluso en sus peores momentos siga siendo difícil de odiar, porque no deja de transmitir una simpatía que se contagia. No hay nada insultantemente malo en ella, sí mucho de insulso y anodino, pero al fin y al cabo todo es soportable y no hace de ésta la experiencia enervante que podría haber llegado a ser. No es más que un producto olvidable que pudo haber sido mucho mejor con un enfoque más adecuado, y dentro de su condición de obra floja y fallida no trasciende en absoluto, quedando como poco más que una anécdota inofensiva.

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