La alternativa | Aquel maldito tren blindado (Enzo G. Castellari)

Aquel maldito tren blindado

El estreno de Monuments Men supone una ocasión excepcional para tratar el cine bélico desde un punto de vista muy recurrido y que podría formar parte de un subgénero en sí mismo. El film de George Clooney aborda la historia de un grupo de soldados a los que les es encomendada la misión de recuperar un grupo de obras de arte apropiadas por los nazis, con la finalidad de devolvérselas a sus propietarios. Esta coyuntura es una nueva incursión en la tesitura de esas hazañas bélicas protagonizadas por un grupo de militares de espíritu mercenario, comisionados para inmiscuirse en el voluptuoso ejército nazi, siempre en mayoría logística para apoyar la minoría y destino suicida del bando protagonista. Para descubrir un poco más esta vertiente del cine bélico, nos detenemos en Aquel Maldito Tren Blindado, película dirigida en 1978 por Enzo G. Castellari recluida en el olvido para el gran público hasta el momento que Quentin Tarantino la alzara como germen de sus Malditos Bastardos, aunque finalmente solo adquiera de ella una leve premisa argumental y el título con el que el film italiano fue estrenado en Estados Unidos.

Si el film de Castellari se antoja apropiadísimo para abordar esta subdivisión del género bélico viene dado por la capacidad de asimilación de influencias del cine italiano de géneros, siempre cimentando su modesta industria a rebufo de los éxitos estadounidenses desde los tiempos del «peplum», el «spaghetti western» o el posterior «giallo». Todas estas vertientes del cine popular europeo sufren una constante reivindicación por conseguir una identidad propia en base a unos cánones ya establecidos (éxitos de taquilla o corrientes genéricas de tendencia provenientes de América), pero dotados de una personalidad autoral apoyada por muchos de los grandes realizadores que empujaron una manera de hacer cine tan mercenaria como artesanal, que originó toda una industria en Italia durante décadas. Concretamente a finales de los 70, periodo crepuscular de este cine de géneros que cayó en los brazos de la exploitation más puramente trash, Enzo G. Castellari rueda una de las piezas angulares del llamado Macaroni Combat . Este subgénero engloba a todas esas películas bélicas, de nacionalidad italiana en su mayoría, que emergieron a finales de los 60 aprovechando el éxito de films tan notables como Doce del Patíbulo, Los Violentos de Kelly o  El Desafío de las Águilas. Muchas de algunas de las principales figuras del cine de géneros transalpino aportaron su granito de arena al «macaroni», como el propio Castellari, Umberto Lenzi (Los Jóvenes Leones), Antonio Margheriti (trilogía Comando Patos Salvajes como últimas muestras de la tendencia durante los 80) o Gianfranco Parolini (5 para el Infierno). Aquel Maldito Tren Blindado (con el sugerente título americano Inglorius Bastards que tanto gustó a Tarantino) aglutina los principales arquetipos del «macaroni combat» en su máxima expresión, por lo que para conocerlo algo más el film de Castellari se antoja el más apropiado.

Aquel maldito tren blindado

Como su referente directo en cuanto al entramado argumental (la previamente citada Doce del Patíbulo) Aquel Maldito Tren Blindado relata la historia de un grupo de mercenarios que se ven inmersos en un ataque contra el imperio nazi. Si bien en la película de Aldrich a los soldados les es encomendada directamente una misión de tintes suicidas, el grupo protagonista del film italiano caen casi por casualidad en la contienda belicista (son recluidos para poco después fugarse, con un posterior enfrentamiento contra un nido nazi de manera más trivial) pero el trasfondo de enfrentar a un bando de militares en una clara minoría (en contraposición de un ejército alemán mucho más rico en medios e infraestructuras que potencia ese tinte apocalíptico del enfrentamiento) sigue estando presente, fraguándose este arquetipo como el principal motor del «macaroni». Destaca en originalidad aportando de paso encanto a raudales la idea de que el bando protagonista no se forma nunca por heroicos soldados con tintes de superhombres como su condición de protagonista podría intuir, sino por almas perdidas, antihéroes desterrados o individuos con un cariz en principio lejano a la acción intrépida que ante la situación hostil y en un evocado espíritu de supervivencia se convierten en los anti(héroes) de la historia. Así son los protagonistas del film de Castellari, caídos en un heroísmo accidentado con un cariz cómico heredado de otra clara influencia como Los Violentos de Kelly, aunque este referente sea más claro en otra pieza del subgénero italiano como la previamente citada 5 Para el Infierno.

Aquel Maldito Tren Blindado también sirve para definir otras claves del «macaroni», como el tratado de la acción y la violencia. Si en sus claros referentes norteamericanos las batallas tenían un sello sosegado y amparado en el drama de la contienda, el bajo presupuesto y el espíritu guerrillero de Castellari hacen que la acción se emplee de una manera más «naif», disparatada, con inocentes tintes cómicos en un sentido más desvergonzado de la violencia. Se postula un desvirtuado sentido de lo bélico en el rigor de su crudeza por una orientación mucho más «pulp», base elemental de toda vertiente “exploit” del cine italiano de géneros, que muchos de los directores anexos a él fueron trasladando en cada una de sus variantes bajo un claro sello personal. Respecto a las secuencias de acción, cabe añadir que a pesar de la escasez de medios no se prescinde de la espectacularidad amparada en el buen oficio del realizador en estas lindes, además de potenciar una agilidad en la narración que es ayudada por el especial sentido de la diversión de este tipo de productos, algo impropio de ver en sus referentes americanos a causa de la formalidad con la que aquellos plantean el conflicto bélico. Aún así, en el «macaroni» se citan y potencian elementos tan afines al género como el compañerismo, la traición o la subrayada maldad de los antagonistas, como podemos ver en el presente film de Castellari. El realizador no vuelve a ocultar su eterna admiración a Peckinpah en la dramatización de las muertes, siendo aquí La Cruz de Hierro (también ambientada en la Segunda Guerra Mundial) un claro estandarte de imitación: tanto algunas de sus características visuales (soldados abatidos con esa cámara lenta popularizada por Sam y siempre usurpada por Enzo) como algún enfoque argumental, parecen venidos del film protagonizado por James Coburn y James Mason.

Aquel maldito tren blindado

El reparto es uno de los puntos importantes de este tipo de films, señalando su aspecto cosmopolita en el carácter de personajes. Cada uno de los mismos posee un matiz bien diferenciador dentro de los arquetipos del subgénero, que sirven a la postre para postular algunos de los arcos que la película pretenda alcanzar. Desde el tinte heroico con un cabecilla del bando sobre el que recaerán las acciones más intrépidas o el personaje simpático para potenciar el viso cómico del asunto, si señalamos a modo de ejemplo. Como en toda película italiana de explotación, en Aquel Maldito Tren Blindado se citan actores norteamericanos con cierta popularidad. El caso más remarcable es el de Fred Williamson, que tras un exitoso periplo protagonizando algunas de las mejores «blaxpoitation» (convirtiéndose de paso en un todo un emblema de ese cine de acción orientado a la población afroamericana) aún le esperaría una segunda juventud como estrella en la «exploit» europea. Peter Hooten o Bo Svenson, con menos popularidad que Williamson pero siendo ambos nombres muy familiares para el espectador cinéfago, completan esa aportación americana al reparto con claras intenciones de llamada al público estadounidense donde estos films eran bastante solicitados en los ya casi extintos cines de barrio o autocines. Ya en el bando europeo del reparto encontramos rostros conocidos del «cinemabis» italiano como Joshua Sinclair (actor fetiche del director) o Debra Berger (hija del malogrado William Berger), que aporta la imprevista presencia femenina también muy recurrida en el «macaroni».

Sirva Aquel Maldito Tren Blindado para reivindicar el bélico desde esa corriente que supone un capítulo más de las buenas artes de la industria italiana para asimilar corrientes foráneas. Cierto es que su carácter «exploit» hace que su encuadre en el género parezca más bien un envoltorio sobre el que guardar su espíritu desvergonzado, aunque no cabe duda que esta pieza clave del «macaroni combat» hará las delicias del amante de un cine desprejuiciado y  donde el exceso es la mayor de las virtudes.

Aquel maldito tren blindado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *