Jim Jarmusch… a examen

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Permanent Vacation, aparte del debut de Jim Jarmusch como cineasta, podría ser la definición del indie americano. Se nota que es un debut y recuerda a aquella cita de Oscar Wilde: «No soy tan joven como para saberlo todo». Es una película difícil de sobrellevar para quien no crea que un niñato imberbe puede darle lecciones vitales.

Allie, interpretado por un desconocido Chris Parker, pasea por una nada encantadora Nueva York y no vamos a ver mucho más que eso en toda le película. Se topa con personajes, le cuentan cosas, él les cuenta otras. Linklater se ha visto esta peli un par de veces, si sabéis a qué me refiero. Indie americano. Pero frente al encanto ensimismado de los perdedores linklaterianos, Jarmusch nos muestra a un personaje, a su modo, poderoso. Con una voz capaz de hundir un sistema, si tuviera el más mínimo interés. Vagabundea impune porque eso de tener un trabajo, pagar impuestos y tener una casa no va con él. Bueno, quizás le gustaría tener un coche bien brillante, pero cuando roba uno lo vende para huir de allí. Por ningún motivo en especial.

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Los vagabundeos de Allie van acompañados de un leitmotiv compuesto entre John Lurie (que interpreta al saxofonista) y el propio Jarmusch. Es una melodía de tintes oníricos ya que Allie no duerme pero sueña despierto.

A pesar de la mirada alucinada a esta ruinosa Nueva York, que no nos distraiga el paisaje. Pues La Gran Manzana será igual que cualquier otro lugar… con pequeñas variaciones. Aparte de que esta Nueva York, bombardeada en algún momento por los chinos, no existe. A quien hay que mirar es a Allie, porque me gusta pensar que Permanent Vacation es una película de retrato. El retrato de un momento especial de la vida. Ese momento de la vida en que uno cogía El Guardián entre el Centeno y pensaba «joder, por fin alguien que me habla de algo». Miremos a Allie: como pasea, como baila, como fuma, como se apoya en un buzón. De este arte de mirar a gente caminar, jóvenes magnéticos especialmente, hizo una tetralogía Gus Van Sant.

Quizá sea sano para su visionado, si uno ya no se acuerda de cuando cumplió los 20, obviar el discurso explícito (que, efectivamente, es muy adolescente) y seguir el implícito. Sí, es probable que Allie ahora salga del trabajo pronto los viernes,º viva con su mujer en una casa y pague mogollón de impuestos. Qué bien, teníamos razón, no se puede. Pero en fin, le tenemos en un botecito donde le podemos ver hora y cuarto (ojalá se aplicara esto el Hollywood de hoy) la hora y cuarto más bella de su existencia.

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