Hoy… The Small Back Room (Michael Powell, Emeric Pressburger)

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En los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial, el ejército británico intenta desarrollar una potente arma con objeto de desequilibrar la balanza a su favor y así poder culminar la maldita guerra. Para ello se ha ideado un departamento de investigación y desarrollo armamentístico formado por un heterodoxo grupo de científicos (plagado de tarados físicos y de megalómanos con aires de grandeza cuyas taras se han reforzado por el ambiente bélico que domina la atmósfera en la que viven), libre de responsabilidades burocráticas y ajeno al control de entes gubernamentales. De entre toda la fauna de investigadores sobresale Sammy Rice, un experto en el desarrollo y desactivación de bombas, con graves traumas interiores debido a la amputación de su pie, lo que le provoca no solo tremendos dolores físicos sino sobre todo psíquicos que le han convertido en un adicto al alcohol y los barbitúricos.

El castigo psíquico que Sammy se auto impone le ha transformado en un hombre solitario y desequilibrado, estado que únicamente encuentra desahogo a través de la relación que Sammy mantiene con Susan, una empleada del Departamento. La aparición de unas enigmáticas bombas de fabricación alemana, imposibles de desactivar por parte de los expertos del ejército, que están asolando de muertos las pequeñas poblaciones británicas inducirán a que los superiores del mando militar británico soliciten los servicios de Sammy. El carácter autodestructivo y anárquico del científico estimulará su enfrentamiento con los individuos que le rodean avivando un enfermizo deterioro mental que pondrá en peligro la estabilidad de su inestable mundo interior.

La pareja de arqueros compuesta por los míticos Michael Powell y Emeric Pressburger retornan a cine maldito con la que quizás sea, incomprensiblemente, una de sus películas más malditas y desconocidas entre el público español: The Small Back Room, cinta rodada en 1949 en colaboración con la London Films de los hermanos Korda. Powell y Pressburger venían de encadenar dos de sus películas más emblemáticas: Narciso negro y Las zapatillas rojas y tras el enorme fracaso de taquilla de ésta última decidieron dar un brusco giro de estilo para distanciarse del talante teatral que definía su cine, que se apoyaba en una puesta en escena recargada e impresionista que exaltaba la belleza de los paisajes rurales británicos reforzada por el uso de un color irreal, onírico, que alejaba a los cimientos de su arte de la influencia del cine neorrealista tan de moda en los años cuarenta. Al contrario que en sus anteriores películas, The Small Back Room prefiere adoptar una estructura intimista, sucia, oscura, exenta de ornamentos exteriores para centrar la escenificación en espacios cerrados que remarcan la atmósfera opresiva, cuasi enfermiza, y malsana que emana la cinta.

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Así la fotografía supeditada a filmar espacios y planos abiertos se transmuta en lacónicas instantáneas de interior pintadas en un asfixiante blanco y negro influenciado por el expresionismo alemán en el que sobresalen unos hipnóticos claro oscuros que chocan contra los primerísimos planos de los rostros de los actores, unos intérpretes cuyo estado mental se encuentra en serio peligro de derrumbamiento motivado por el aislamiento que domina sus vidas y el alcoholismo. Las pocas escenas de exterior con las que cuenta la película (magníficamente fotografiadas, especialmente las escenas filmadas en el Stonehenge y la escena final de la playa)  sirven para dibujar un entorno amenazante alejado de glamour que impide la evasión del ambiente pesimista de la trama. La influencia del entorno exterior en el temperamento de los personajes da paso al interiorismo más radical, marcadamente claustrofóbico, en el que los alrededores no son más que un elemento de adorno que no influye en la individualidad que domina el contexto de la historia.

Podríamos definir a esta película sin temor a equivocarnos, como una extravagante rareza en la carrera de Powell y Pressburger. Y es que resulta complejo definir el género que mejor se ajusta al hilo argumental de la cinta. Podríamos considerarla como una película bélica (ya que la trama se centra en las relaciones de un grupo de científicos que están desarrollando un poderoso cañón militar en plena Segunda Guerra Mundial), igualmente podríamos indicar que se trata de un drama sobre el alcoholismo ya que este hecho (la adicción al alcohol) juega un papel muy importante en el desarrollo de la historia, del mismo modo podríamos encajarla en el género noir por el sentido tenebroso, repleto de brumas y tinieblas interiores que brotan con total normalidad de los personajes y también por la subtrama de intriga referida a la aparición de una serie de misteriosas bombas imposibles de desactivar que están provocando numerosas bajas entre la población. Y por último podríamos encuadrar esta obra dentro del subgénero de los dramas románticos propios del cine de Powell y Pressburger ya que la historia romántica que se vislumbra es indispensable para comprender las motivaciones de los individuos que pueblan la pantalla.

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Sin embargo, The Small Back Room presenta tantas aristas que resulta imposible aseverar con rotundidad el género que mejor se adapta a su filosofía. Para rematar la indefinición planteada, resaltar que la película supone un anticipo al cine de autor que se extendería a lo largo de la década de los sesenta,  puesto que los silencios, las elipsis surrealistas, el estilo curvilíneo del argumento y la carencia de un hilo fácil de seguir son otros rasgos presentes en la obra. Este carácter poliédrico puede chocar a un espectador acostumbrado a visualizar cine clásico evasivo, dado que para disfrutar en su plenitud de esta obra maestra es preciso estar atento en todo momento a la pantalla, ya que cualquier distracción puede resultar fatal para la comprensión de la fábula planteada por Powell y Pressburger. El cosmos que impregna The Small Back Room claramente referenciado al mundo de las pesadillas y las sombras que se esconden en nuestro alma, convierte a la epopeya en un cuento tenebroso, en el que se exalta el universo surrealista e inconexo de impactos súbitos y emociones expresionistas, tal como lo son los sueños que alberga nuestra mente.

A pesar de lo comentado en los párrafos anteriores, he de decir que encuentro en la película, como buenos autores que eran Powell y Pressburger,  varios elementos de su cine. El primero de ellos es el carácter del protagonista, el científico Sammy Rice. Como sucedía con los protagonistas de Narciso Negro, Las zapatillas rojas, Un cuento de Canterbury, El fotógrafo del pánico,  Sammy es un hombre marcado por su pasado traumático, hecho éste que le impide relacionarse con plenitud con sus semejantes y le incita a aislarse por medio del alcohol del entorno que le rodea. El carácter individualista de Sammy es otro de los leitmotiv del cine de Powell y Pressburger que plasman en la idiosincrasia de Sammy su visión pesimista de una vida en sociedad que exige un exilio del hombre para la realización de éste como persona, exaltando el enfoque individualista y la reflexión introspectiva como medio para enfrentarse a los problemas de la sociedad y el desarrollo del ser humano (encontramos este punto de vista en películas como las anteriormente mencionadas a las que podemos unir por poner dos ejemplos adicionales Sé a donde voy y Espías en el mar). Un individualismo que es resaltado por los espacios en los que tiene lugar la trama: habitaciones cerradas, aisladas de todo contacto con la sociedad, en los que se desarrolla en silencio el trabajo de unos científicos que trabajan en la sombra en habitáculos subterráneos para garantizar el bienestar de los ciudadanos que deambulan sobre las aceras que sirven de techo a los sombríos laboratorios gubernamentales. Los contactos sociales de los científicos con los miembros del gobierno, sirven a Powell y Pressburger para denunciar los nauseabundos e interesados juegos políticos que dominan las relaciones en las altas esferas, el peloteo, los egos desacerbados de los altos cargos públicos y las falsas apariencias.

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Lo iconoclasta del argumento inserta en la trama varios Macguffin que favorecen el avance de la sinopsis principal (que no es otra que la lucha de Sammy contra sus demonios interiores), tales como la subtrama de las luchas desacerbadas entre los miembros del ejército y los científicos puestas de manifiesto a través de las pruebas fallidas para poner en funcionamiento el cañón ideado por los investigadores y la subtrama de la investigación acerca de la aparición de las misteriosas bombas alemanas. He de resaltar el poderío visual que supieron transmitir la pareja de directores británicos, dejando para la historia varias escenas que impactan en los sentidos bruscamente. Sin lugar a dudas mi escena favorita es la de la pesadilla de Sammy, planificada al más puro estilo surrealista como si de un cuadro de Dalí se tratara, en la que los relojes que marcan el paso del tiempo se derriten en la mente de Sammy para mutarle en un minúsculo ser atrapado en una gigantesca botella de whisky, secuencia colmada de sombras e iluminación fantasmal. Esta inserción surrealista inspirada en Freud, se conecta con la experimentada por la pareja de cineastas en A vida o Muerte, si bien en la película que estamos reseñando desechan inspirarse en el mundo de los sueños para dirigirse directamente al mundo de las pesadillas y el horror.

Finalmente debemos resaltar el magnífico erotismo que emana la película gracias a la enorme química que desprende la pareja protagonista compuesta por el siempre atractivo David Farrar (Sammy) y la enigmática Kathleen Byron (Susan), pareja que ya había compartido plano en Narciso Negro (la Byron era la novicia que acaba cayendo en la locura debido al rechazo sexual de David en esa película). Los primeros planos de los rostros de ambos desatados de pasión, de sus apasionados besos de bocas abiertas (todo un atrevimiento para la época) y de sus miradas repletas de ardor y deseo  morboso elevan la temperatura sexual de la cinta, dibujando una compleja relación complicada por el carácter atormentado de Sammy que Susan trata de calmar a través de su reclamo erótico. Igualmente son reseñables las escenas filmadas en los bares y salas de fiestas londinenses en los cuales los soldados olvidaban sus obligaciones con alegres bailarinas y los perdedores ahogaban sus penas en el vicio y el alcohol. Estas jocosas escenas de cortejo social  reflejan el carácter depresivo de Sammy, incapaz de bailar con Susan por la vergüenza que le asedia por el molesto cojeo del pie que acompaña su existencia. El empleo de música jazz y Rag Time embellecen el ambiente de estas secuencias rodadas en un contexto tabernero y taciturno.

Sin duda The Small Back Room es una de las películas más complejas de la dupla compuesta por Powell y Pressburger debido a su carácter intimista, oscuro y pesimista en el que se vierte una palpable crítica contra los estamentos gubernamentales reflejando los miedos y complejos que sufre la mente humana ante una situación de ensimismamiento interior y en la que se señala al amor (aunque no siga los cánones aceptados por la sociedad) como único medio para luchar contra la angustia interior que nos corroe lentamente. Una de las películas más personales y geniales de la pareja de autores británicos. Una obra maestra, moderna y actual que no ha sido afectada por el paso del tiempo, al contrario éste ha revalorizado su valor,  por lo que es preciso que salga de la estantería del olvido y se sitúe como lo que es, una película de imprescindible visionado para los amantes del cine con mayúsculas.

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