Gaspar Noé… a examen

Los primeros cuatro minutos de la verdadera entrada de Gaspar Noé en el séptimo arte, tras dos cortometrajes de escasa trayectoria aunque perfectamente reivindicables a día de hoy, contienen lo que podría definirse, a grandes rasgos, como los pilares de su obra futura. El plano fijo de un hotel frente al cual se rotula una conversación a modo de créditos, imágenes de archivo de un caballo siendo descuartizado y un primer plano del parto de una mujer. La vida y la muerte unidas por la visceralidad de lo físico, de la sangre y las entrañas de los cuerpos; todo ello auspiciado por unos códigos claramente metacinematográficos. Carne, mediometraje estrenado hace casi treinta años, lleva la clara firma iniciática de un cineasta que utiliza el medio audiovisual tanto como herramienta lisérgico-evocadora como amenazante.

En el París de los años setenta, tras ser abandonado por su esposa, un hombre se ve forzado a cuidar de su hija recién nacida al tiempo que dedica sus esfuerzos a la carnicería que regenta en la que vende diariamente carne de caballo que, aún prohibida en la mayor parte del mundo, sigue comercializándose por su bajo coste y su sabor dulzón. Los años pasan y la pequeña se hace joven, mas el ambiente hipermasculinizado y paternalista que la rodea le impide desarrollarse y madurar de forma coherente, llegando a la pubertad siendo un proyecto avanzado de infante. Cuando, una mañana, la chica descubre que ha empezado a menstruar, intentará por todos los medios ocultárselo a su padre. Cuando este descubre la mancha roja en la falda de la joven, agrede brutalmente a un obrero que confunde con el novio de la chica, por lo que termina ingresando en prisión.

De esta forma da comienzo la carrera cinematográfica de Noé, aludiendo a un discurso que retomará más adelante con la puesta en largo de la premisa de Carne en Solo contra todos, siguiendo con Irreversible y hasta llegar a su último estreno en cines Climax: ante una situación que excede los límites de lo racional por su imperativismo y crudeza, el ser humano en su faceta más desaforada, lejos de blandir argumentos que conduzcan a una reflexión, actúa mediante los instintos más primarios que llevan corriendo por sus venas desde el inicio de los tiempos y que le llevan a cometer las mayores atrocidades. La vieja Francia y sus valores dan paso a un legado que hace suyo el inconformismo, la provocación y la renovación estilística de lo políticamente correcto para trascender en forma y fondo. No estaría de más recordar por qué Gaspar Noé es uno de los principales abanderados del Nuevo Extremismo Francés que, aunque cuajó definitivamente a principios de este siglo, llevaba dando sus primeros coletazos desde la década de los noventa. Denominación acuñada por el crítico estadounidense James Quandt, este se refería al movimiento como «un cine que repentinamente está decidido a romper cada tabú; a vadear ríos de vísceras y espumas de esperma, a llenar cada fotograma con desnudez, atractiva o arrugada, y someterla a toda forma de penetración, mutilación y corrupción.» (1)

En Carne, esta máxima encuentra su significado en la sutileza de la narración unida al simbolismo y crudeza de sus imágenes. Sin mostrar un sólo ápice de violencia gráfica o, más aún, de elemento tabú, como se refiere Quandt, Noé adentra al espectador en la psiquis de un sociópata con fantasías pedófilas, comportamientos horriblemente sexistas y tendencia a la humillación del igual. La provocación, inteligentemente llevada a cabo, se produce en todo momento en la mente del receptor de estas imágenes, por lo que el grado de oscuridad en Carne depende en gran medida de la ética del espectador, lo cual se convertirá en otro de los grandes temas de la filmografía de Noé a medida que indague en él en futuros títulos. Carne, al igual que Irreversible o Enter the Void, es visceral y cruenta en su premisa pero logra desarrollar una narración simple sin demasiados desvaríos en la cual las circunstancias vitales pueden conducir al individuo tanto a lugares de placer y felicidad como a las más profundas tinieblas.

(1) Quandt, J. (febrero de 2004). Flesh & Blood: Sex and violence in recent French cinema.

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