Fallece el director francés Edouard Molinaro

Edouard Molinaro

El cine francés continúa de luto tras el fallecimiento acontecido ayer, 7 de diciembre, del popular director francés Edouard Molinaro a los 85 años de edad. Molinaro fue uno de esos cineastas galos que esculpió su carrera en las trincheras de la denominada comedia a la francesa. Para hacernos una idea de su popularidad, durante gran parte de la década de los sesenta y los setenta fue el director más taquillero del país vecino. Por su cine, de un humor muy francés destinado a las clases populares, y por tanto odiado por la crítica más sesuda e intelectual, podríamos comparar a Molinaro con nuestros Pedro Lazaga o Mariano Ozores.

Nacido en Burdeos, Molinaro fue un niño prodigio que inició sus pasos en el cine en el mundo del cortometraje a la temprana edad de 16 años. Debutó en el cine en 1958 con una película bastante interesante muy alejada del cine que le caracterizó en años venideros, De espaldas a la pared, una película de cine negro bastante oscura con una Jeanne Moreau post-Ascensor para el cadalso como protagonista. Sus primeras películas estuvieron enmarcadas en el género negro, dirigiendo a continuación dos espléndidos thrillers: Sólo un testigo (con Lino Ventura de protagonista) y la posterior Los enemigos. Más adelante participó en la conocida película de episodios de tono satírico Los siete pecados capitales, en la que compartió silla junto con nombres de la talla de Roger Vadim, Jean Luc Godard, Claude Chabrol o Jacques Demy.

Oscar

Este film marca el punto de inflexión en el cual Molinaro comienza a virar su cine hacia el universo de la comedia pícara francesa. En esta etapa rueda filmes tan conocidos como Arsenio Lupin contra Arsenio Lupin, Un adorable idiota (con Brigitte Bardot y Anthony Perkins como protagonistas absolutos) a las que siguieron, dos de las películas más taquilleras de la historia de nuestro país vecino, esto es, las emblemáticas comedias protagonizadas por el gran cómico francés Louis de Funes: Oscar, una maleta, dos maletas, tres maletas y El abuelo congelado. 

Consolidado como uno de los directores preferidos por el gran público rueda otras dos comedias de gran éxito: El embrollón, una legendaria película con guión de otro de los grandes de la comedia popular francesa, este es Francis Veber, que fue el germen que dio lugar al remake dirigido por Billy Wilder titulado Aquí un amigo. Junto a Veber volvió a compartir trabajo en EEUU en la adorable comedia romántica ochentera Tu manera de ser.

Pero sin duda el gran éxito internacional, y también de crítica, de Molinaro fue el film Vicios Pequeños, un auténtico monumento de la comedia popular y pícara a la francesa, en la que se abordaba con sarna y mucha gracia el por aquel entonces nada de moda tema de la homosexualidad masculina. Dicha cinta, protagonizada por unos divertidos y espléndidos Ugo Tognazzi y Michel Serrault, fue un fenómeno social no solo en Francia, sino también en Europa y en EEUU, resultando ganadora del Globo de Oro a la mejor película extranjera y siendo nominada a tres oscars de la Academia, incluyendo el de mejor guión (escrito por el propio Molinaro y su amigo y colaborador Francis Veber) y mejor director. El rotundo éxito internacional del film dio lugar a varias secuelas (incluyendo el remake americano posterior protagonizado por Robin Williams, Una jaula de grillos), la primera de ellas dirigida por Molinaro la cual llevaba por título La Jaula de las locas. 

Vicios pequeños

El cineasta francés también cultivó el género de la parodia alocada, filmando las desternillantes Drácula, padre e hijo con Christopher Lee y la hilarante Agente 38-24-36 en la cual se ridiculizaba el tono de las películas de espías a lo James Bond tan de moda en la época. Hay que reseñar igualmente la espléndida aportación de Molinaro a la película de episodios Los seductores, en la que hizo equipo con nada más y nada menos que tres grandes como Bryan Forbes, Gene Wilder y Dino Risi.

Tras una prolongada carrera en el cine, en los años noventa Molinaro va apartándose paulatinamente del mundillo cinematográfico para centrarse en el de la televisión, firmando varios telefilmes así como la realización de múltiples episodios en prestigiosas series de la televisión pública francesa. Retirado del ambiente artístico, Molinaro falleció a los ochenta y cinco años, legando al cine una trayectoria impecable caracterizada por la búsqueda continua del entretenimiento. Se ha ido otro representante, como Lautner, del gran cine comercial europeo que tantas alegrías propició a un público anhelante de historias divertidas que hiciesen olvidar por un rato las tristezas del día a día. Venerado por el público y odiado por la crítica y por los sectores más aferrados al cine profundo y filosófico, Molinaro merece un lugar privilegiado en la historia del cine. Aquel destinado para los artesanos que desempeñaron su oficio sin más pretensiones que elaborar un producto agradable y de calidad con el que satisfacer y procurar alegrías al gran público.

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