Entrevista a Irene Gutiérrez, directora de Hotel Nueva Isla

El pasado lunes 17 de febrero, la directora Irene Gutiérrez se encontraba en Madrid para charlar sobre Hotel Nueva Isla, una película de no-ficción que persigue la resistencia de un inquilino en dicho centro residencial abandonado que ha tomado por hogar, pese a que su condición ruinosa se convierta en todo un reducto de supervivencia. La cafetería de Casa América fue escenario del distendido encuentro.

F.J.G: ¿Cómo se gestó Hotel Nueva Isla? ¿Cuál fue su germen, su origen?

I.G: La idea se gestó en un festival de La Habana, en el que yo participé como jurado de documental de ese año –en el 2010-. Por las noches, cuando acababa todo, Javier y yo –Javier Labrador, codirector- caminábamos muy de tarde por la ciudad. Caminábamos con nuestra cámara haciendo fotos nocturnas y nos metimos en el barrio de Jesús María, que es un barrio muy céntrico al lado del Capitolio. Hablábamos de películas que nos gustan, hasta que llegamos al hotel y nos quedamos impresionados con él. Nos maravilló. Volvimos al día siguiente y vimos a Jorge -protagonista del film- leyendo en la puerta. Hablamos con él y nos dijo que subiéramos a su casa. Nos contó la historia del hotel. Tenía las paredes llenas de escritos; es una persona muy especial. Teníamos muchos personajes en la película; iba a ser un reparto coral pero el universo de Jorge nos fue atrayendo más y más, porque había muchas cosas que no entendíamos de él, hasta que convertimos en rutina visitarlo, estar con él, compartir unos tragos y un cigarro. Él no es un hombre de muchas palabras pero poco a poco se fue abriendo cada vez más hasta que decidimos que debía ser el personaje principal de la película.

No salir del hotel también fue una decisión porque Jorge en su día a día casi nunca sale y así podíamos centrarnos en ese microuniverso que es su vida. La idea fue observarla y tratar de entenderla sin juzgarla demasiado. Así como también entender qué película queríamos hacer, porque al principio no lo sabíamos. Durante un año, tuvimos tiempo para probar, para descartar formas de hacer, para crearnos una serie de pequeñas reglas. Así, poco a poco, fue surgiendo la película.

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F.J.G: Al compartir producción de El viaje Films con Slimane (José Ángel Alayón, 2013), ¿qué nexos de unión ves con aquella? Ambas comparten un retrato de no-ficción de un personaje dentro de su microcosmos, dejando a un lado el criterio convencional de guión de tres actos. ¿Tuvisteis esto en cuenta desde el principio en Hotel Nueva Isla?

I.G: No, para nada. De hecho, gran parte de la película se escribió en Edición. Por eso el editor es coescritor de la película. Hay tres: Javier, Lorenzo y yo. Nosotros tan solo queríamos ser testigos de algo que sabíamos que iba a desaparecer, como es el hotel. Queríamos estar allí durante ese año. También Slimane era ese tránsito entre un ser que, al cumplir la mayoría de edad, tiene que buscarse la vida con la condición de que no puede trabajar porque no tiene papeles. Ese hastío, esos tiempos muertos -que en realidad no son tiempos muertos pues ahí ocurre lo más importante- de Slimane, de Jorge, son los que hacían que uno pensara en valores cinematográficos que no son simplemente el contenido narrativo, el contar, sino que en esos tiempos es donde realmente acontece la vida. Creo que en eso ambas tienen algo en común. Inspirar, en estos tiempos muertos, en virtud de contar un storytelling tan concreto. Aunque, finalmente, la película es eminentemente clásica, de tres actos y dos puntos de giro. Casi hasta podría decirse que es convencional.

F.J.G: ¿Cómo fue tu labor de dirección de actores y/o comunicación con los intérpretes?

I.G: Muy buena. Tuvimos mucho tiempo para compartir, para comentar, para valorar situaciones. Y también dejarnos llevar por lo que él nos aportaba. Hay que estar abiertos a la improvisación. A veces, decidíamos hacer cosas en el momento y salían bien. Había muchas situaciones que eran reproducidas de cosas reales, que pasan al momento, y otras que fueron escritas en virtud de intentar explicar a Jorge pero no de forma verbal. Explicar quién era pero de una forma más cinematográfica. Por ejemplo, su cofre. Nos lo enseñó muy tarde. Le costó mucho abrirlo pero finalmente lo hizo… y se deshizo de él. Fue una mezcla. Lo bueno es que tuvimos mucho tiempo para decidir cuál fuera la mejor forma cinematográfica para captar todo lo que ocurre u ocurría. Sabiendo dónde colocarnos para captar todo lo posible.

De hecho, por las noches, después de todas estas conversaciones, escribía tres o cuatro líneas que quería grabar al día siguiente. Al ver que Jorge no las entendía y que se peleaba con Josefina, las deshechas y te quedas con lo que mejor les sale. Jorge es un gran actor natural. De hecho, lo descubrí en Edición. Al estar pendiente, durante el rodaje, del sonido, lo veía pero me perdía muchos gestos. Cuando entré a Edición y me centré en la imagen, descubrí sus detalles y me di cuenta de lo que buen actor que es. Por eso los planos se estiraron tanto. Cuando él vio el corte, dijo: yo quería ver los errores de mi actuación pero la verdad es que no lo hago tan mal (Risas).

F.J.G: Ya os ha acogido el Festival de Rotterdam. A Slimane les acogió el Festival de Dubai. ¿Cómo valoras que estos festivales sigan apostando por este estilo cinematográfico?

I.G: Hay cosas muy interesantes en el Festival de Rotterdam. Por ejemplo: que no etiqueten a una película como documental o ficción. Hay una postura muy concreta en estos casos. Por otro lado, el público holandés es muy cinéfilo y este festival alberga casi cuatrocientos títulos, con propuestas muy radicales y diferentes. Esto es muy bueno y a la vez define lo que está ocurriendo con la distribución y la exhibición: va a haber un cine muy de taquilla, de negocio y mainstream frente a otro de corte art que se pueda ver en este tipo de festivales. El cine no ha muerto; el cine ofrece múltiples ventanas.

Es posible que el más industrial esté más expuesto a ser visto por Internet mientras que estos festivales seguirán estando ahí y resistiendo, ofreciendo propuestas radicales. Hay muchas películas españolas en Rotterdam que han tenido muy poco apoyo en nuestro país. Justamente en una época de penurias por las ayudas y la financiación, es bueno que festivales como este sigan ofreciendo soporte a películas que difícilmente se pueden ver en España.

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F.J.G: José Ángel Alayón me señaló que, en los últimos años, el cine comercial parece estar pasando por una crisis de identidad mientras que el independiente suele tener claro lo que quiere hacer y qué propuestas quiere aportar. ¿Estás de acuerdo con esto?

I.G: Sí, completamente. Precisamente cuando menos ayudas estatales hay, incluyendo también a las televisiones, es cuando se están haciendo más películas de este estilo. Ejemplo de El futuro (Luís López Carrasco, 2013), que se rodó en un fin de semana con sus amigos disfrazados de los años 80.

Hay una corriente muy fuerte de cine que se está haciendo por ese hilo, independientemente de que no existan ventanas en este país para distribuirse, y menos aún para exhibirse. Realmente existe una intención y espero que, los ‘cabezones’ que estamos ahí, logremos abrir algún tipo de puerta. Se están haciendo cosas como Márgenes –festival online-. Se ven cosas muy interesantes. Hay un movimiento que está empezando, poco a poco, a dar sus frutos. Quizás inicialmente fuera embrionario pero está va dando sus resultados.

F.J.G: ¿Qué opinas sobre el cine guerrilla?

I.G: Yo vengo del documental, de modo que es la única forma que tengo de entender el cine. Hacer una película entre dos, tres personas es guerrilla total. Como directora, no me imagino contar con un equipo de más de cinco miembros a mi cargo. Y menos en un país en que es complicado filmar y tener acceso a los lugares porque no es fácil conseguir permisos de rodaje. Para mí, cine y cine de guerrilla es lo mismo. No concibo otra forma de entenderlo.

F.J.G: ¿Anticipas, indirectamente, que tus próximas obras cinematográficas irán por este camino?

I.G: Sí, en principio sí. De contar en un futuro con un presupuesto mayor, ya se vería. (Risas) Hay algo muy interesante: creo que lo importante en tu rodaje es el sujeto que filmas. No puede haber demasiada gente alrededor. Si la hay, estás más preocupado por la cámara, la dolly, el foco… Todo se diluye. Para mí, un cine donde el núcleo se centra en el sujeto y el lugar donde lo filmas, no puede hacer mucho ruido más allá. Si yo hubiera tenido un ayudante de dirección, más medios técnicos, tener que controlar cuándo se tiene que despertar la gente, hacer ruido, ensuciar el lugar, habría supuesto que no hubieran dejado en paz el hotel para rodar. Me apetece un cine más íntimo. Quiero estar cerca de la gente a la que filmo. Es la única forma de hacer cine que conozco. Probar cosas nuevas, pelear, cambiar otras que salen mal. Eso se permitió porque éramos muy pocas personas.

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F.J.G: ¿Cómo valoras el cine independiente cubano? ¿Crees que puede llegar a tener más proyección internacional de la que ha estado teniendo?

I.G: Ojalá que lo tengan. Últimamente se están haciendo cositas pero es muy difícil para ellos porque, al no tener productora, no pueden pedir subvenciones. La única productora es el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) y, mientras no abran la puerta a las producciones independientes, no van a poder tener ayudas. La gente se pregunta por qué los cubanos no piden subvenciones. La realidad es que el ICAIC no permite este tipo de contenidos. Por lo tanto, ojalá. No hay que olvidar que la vanguardia cinematográfica latinoamericana de los años 60 partió de Cuba. Surgió de la Revolución.

F.J.G: Es extraño que Cuba haya contado con un director de tan alta categoría como Gutiérrez-Alea y exista un boquete tan enorme, de más de una década, donde nadie parece haber tomado su relevo.

I.G: Eso también nos preguntamos nosotros. Me da rabia que ahora en Cuba, cuando se hace cine, se hable más de Cuba como subgénero que de cine. Cuando Gutiérrez-Alea hacía cine, por ejemplo Memorias del subdesarrollo, aquello era cine, no era Cuba. Estaba el cine por encima de Cuba. Ojalá que se vuelva a retomar ese espíritu de vanguardia cinematográfica cubana y se vuelva a hablar solo de cine, porque hay gente que sigue haciendo películas de muy bajo coste, o de la Escuela de Cine. Jóvenes con ansias por rodar que están haciendo cosas interesantes pese a no contar con ningún tipo de ayudas.

F.J.G: ¿Qué deseas que el cine aporte como arte?

I.G: Hay una tendencia reciente del cine que remite al propio cine. Pero creo que el cine también tiene que remitir a la vida. Creo que eso es lo que le deseo al cine: que remita a la vida. A lo maravilloso de ella. No impostar un estilo. Hay una frase que me encanta de Alexander Payne, que dice: “Cuando uno busca el estilo, encuentra la muerte. Cuando uno busca la vida, encuentra el estilo”. Más allá de tu punto de vista, de tu impostura o de tu modo de ver, lo más importante es remitirse a la vida misma.

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