El original | De ratones y hombres (Lewis Milestone)

La obra de John Steinbeck ha sido llevada al cine en diversas ocasiones con magníficos resultados artísticos, rompiendo de esta forma esa regla no escrita que asevera que las grandes obras literarias dan lugar a pésimas adaptaciones cinematográficas. Obras tan magnas como Las uvas de la ira de John Ford, Al este del edén de Elia Kazan o La perla de Emilio Fernández son la prueba evidente de que esta aserción no tiene cimientos en los que asentar su certidumbre. He de reconocer que los escritos de John Steinbeck me fascinan profundamente. Mi percepción personal me afirma que no existe ningún autor del siglo XX con una capacidad de concisión y fuerza dramática tan penetrante como la que posee el escritor estadounidense. Básicamente lo que me hipnotiza de la literatura de Steinbeck son sus descripciones realistas de marcada conciencia social, en las que adopta la forma de un rapsoda de su tiempo, que retratan con extraordinario acierto la eterna lucha del hombre contra las fuerzas de la naturaleza en una época en la que la tierra era el principal input generador de riqueza y cuya carestía debido al injusto reparto del capital estimulado por fuerzas ocultas dirigidas por las  manos de los ricos y terratenientes castigaban a los desheredados de la tierra a una situación de pobreza extrema,  no solamente económica sino moral, destruyendo los frágiles márgenes de cordura psicológica de la conciencia humana.

Quizás por ser la novela que mejor refleja el universo descrito en el párrafo anterior, mi relato favorito de Steinbeck siempre ha sido De ratones y hombres polémico gusto el mío ya que muchos fans del escritor americano lo consideran una de sus obras fallidas—. Los cinéfilos admiradores de esta magistral fábula moral estamos de enhorabuena, ya que tal como sucede con las grandes obras de Steinbeck (vamos a dejar a un lado la adaptación que hizo Milestone de El poni rojo) fue llevada al cine con resultados inmejorables tanto en una primera versión filmada en 1939 por el gran director clásico Lewis Milestone como en un posterior remake que llevó a cabo en los años noventa el actor Gary Sinise que legó para la historia la inconmensurable interpretación de un John Malkovich que se encontraba en aquella época en el esplendor de su brillante carrera como actor.

Además de por el enorme placer que acarrea poder comentar una fenomenal película basada en una soberbia y atemporal obra literaria, por añadidura me provoca una gran satisfacción recuperar para cine maldito a un extraordinario realizador que a pesar de haber dirigido obras de la talla de Sin novedad en el frente, La horda, Rebelión a bordo, El extraño amor de Martha Ivers, Un paseo bajo el sol, Al filo de la oscuridad o esta De ratones y hombres (que no olvidemos peleó por el oscar a la mejor película en ese año mágico para el cine que fue 1939) me da la sensación que ha caído en un incomprensible olvido en los manuales de cine clásico, siendo un director que raramente aparece citado en los libros que recuperan para las nuevas generaciones a aquellos cineastas pioneros que sentaron las bases del cine americano moderno e innovador. Y es que echando un simple vistazo a la filmografía de Milestone se atisba una modernidad muy singular asentada en una forma de filmar muy poderosa (es quizás el cineasta que mejor uso hizo del travelling, el cual empleaba para embellecer y dotar de una violencia turbadora a las grandes escenas de acción insertadas en sus cintas bélicas) sustentada no solo en un estilo fotográfico con clara presencia de primeros planos y contrapicados y un montaje caracterizado por el empleo de sutiles cortes que permitían empalmar las escenas en la sala de edición de una forma rítmica y sincopada lo que confería un llamativo brío a sus películas, (desechando de este modo el habitual estilo clásico distinguido por la usanza de planos medios con largas tomas sin cortes), sino que sus historias rebosan un contenido social crítico con las debilidades del sistema y del propio ser humano para nada habitual en cineastas coetáneos de Milestone.

El De ratones y hombres de Lewis Milestone, aparte de ser una película extraordinaria, fue la primera adaptación para el cine de una novela de Steinbeck. Como es conocido por los amantes de la literatura clásica, la historia se sitúa en una América arruinada por la Gran Depresión de los años treinta, narrándonos la odisea de dos míseros jornaleros (George y Lennie) que sobreviven en un ambiente deprimido ofreciendo sus brazos a los terratenientes que engordan su fortuna aprovechándose de la desesperanza de los pobres zombies cuyas almas vagan por las agrestes granjas estadounidenses. Sin embargo esta pareja de braceros tiene una singular característica: George es un individuo de corta estatura, astuto y perspicaz dotado de una inteligencia sibilina que suple su falta de potencia física. Por contra Lennie es el reflejo antagonista de George: es un hombre corpulento poseedor de una descomunal fuerza bruta, pero carente de inteligencia debido a una discapacidad que le convierte en un niño grande que necesita la orientación adulta que le provee su amigo George, estableciéndose de este modo una relación dominada por una especie de simbiosis beneficiosa para ambos individuos.

Los dos amigos forman una pareja atípica, cuyos esperanzados integrantes ostentan el sueño de trabajar duro para poder ahorrar el dinero suficiente con el cual poder adquirir una granja que les otorgue la libertad e independencia de la que actualmente se ven privados. A este sueño conjunto, si bien es más la idealización que desea George, se une la particular ensoñación del bueno de Lennie, el cual únicamente desea criar conejos, animal por el cual siente una extraña fascinación. La llegada de los dos jornaleros a una nueva granja dirigida con mano dictatorial por un capataz acomplejado por su escasa estatura que comparte su vida con una mujer demasiado extrovertida a sus ojos, cambiará la relación de los dos amigos. George encontrará en Slim (interpretado con la habitual suficiencia y contención por el gran Charles Bickford) un apoyo de dimensiones místicas en el que halla la guía y experiencia vital que andaba buscando, desatendiendo poco a poco la amistad que mantenía con Lennie. Esta falta de brújula provocará que Lennie inconsciente de su fuerza cometa un acto homicida que le convertirá en un fugitivo. Este brusco giro del destino, obligará a George a tomar una trágica decisión en aras de salvar a su amigo de un salvaje linchamiento, pero también adoptando de este modo una resolución en su propio provecho, al desprenderse de una pesada carga que ya no necesitaba para cumplir sus sueños.

Milestone rueda con pulso maestro este relato corto de Steinbeck otorgando a la fábula un ritmo acompasado de talante teatral, indistintamente de que gran parte de la trama transcurra en espacios naturales. Sensacionales son las secuencias desbordantes de camaradería y compañerismo que se viven en el interior de los barracones donde habitan los jornaleros. Igualmente Milestone conecta de una forma sensible el deslumbramiento que sienten los hombres rurales por los animales que les acompañan en su labor diaria, siendo especialmente tierna la escena del sacrificio de la perrita de un desgraciado jornalero manco, que ante la obligación de desprenderse de su único vínculo afectivo llora la muerte de su fiel compañera como si de un familiar se tratase. Milestone emplea un estilo de filmar próximo al monopolizado por los grandes maestros del cine soviético Sergei Eisenstein o Mikhail Kalatozov, dos de las más claras referencias del director estadounidense de origen ucraniano. Así la representación casi onírica de los cielos y nubes que asolan el paisaje natural están muy presentes a lo largo del metraje de la cinta, usando igualmente para favorecer el sentido trágico del relato una fotografía sucia desgajada de todo ornamento y glamour directamente concentrada en reflejar los miedos y anhelos de los protagonistas.

Cabe resaltar la extraordinaria interpretación de la pareja protagonista, la cual emana química por los cuatro costados. Así el siempre eficaz Burgess Meredith se convierte en el complemento perfecto del hombre lobo Lon Chaney Jr, que realiza en esta película una de las mejores interpretaciones de su carrera. La mirada codiciosa a la vez que bondadosa de un pillo Meredith se funde con la poderosa presencia física investida de una mirada perdida y cándida de Chaney, moldeando en pantalla la relación descrita por Steinbeck. Porque un punto a favor de la versión clásica con respecto a la de Sinise es la fiel adaptación de la novela que lleva a cabo Milestone al optar por conferir a la cinta el carácter coral que distingue a la novela (la de Sinise también es una adaptación muy fiel, si bien se centra en demasía en la relación de amistad de George y Lennie restando presencia a los secundarios, hecho éste que no sucede en la película de Milestone).

En definitiva, una magnífica película clásica, entretenida, perfectamente ambientada e interpretada que narra una historia totalmente vigente en nuestros días y que incomprensiblemente no ocupa un lugar más importante entre las preferencias de los amantes del cine clásico. Espero que estas humildes líneas contribuyan a sacar del destierro a esta admirable y desconocida película que merece un rincón privilegiado entre los grandes clásicos de la época dorada de Hollywood.

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