Dogs (Bogdan Mirica)

El rumano Bogdan Mirica ganó el premio Fipresci en Cannes en la sección Un Certain Regard con su segunda película Dogs y ahora está haciendo su recorrido por el circuito de festivales europeos dejando buen sabor de boca.

Dogs nos sitúa en algún lugar de Rumanía cerca de la frontera con Moldavia y/o Ucrania, donde un hombre de la ciudad acaba de heredar unas tierras pertenecientes a su familia. En la vieja casa familiar sólo vive su tío y un perro que no deja de ladrar por las noches a unas cercanas luces que están situadas en su propiedad.

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Poco a poco se va descubriendo la verdad sobre las tierras, como fueron ganadas y cómo extrañamente no sufrieron la intervención del gobierno comunista cuando era lo habitual. Así que el corto viaje que Roman realiza al lugar se alarga más de lo esperado cuando entra en escena un entramado mafioso cuyo detonante es la aparición de una pierna humana en un lago situado cerca de la casa.

Dogs es un thriller seco, donde la tensión se va acumulando con breves pero viscerales explosiones de violencia. Narrativamente el metraje se divide entre Roman, el policía local, uno de los empleados de Roman y la novia del propio Roman. Todos actúan como perros rabiosos a punto de saltar sobre su presa. Todos, además, actúan de manera solitaria y poco reflexionada, salvo en el caso, no por casualidad, de ella.

De hecho en un momento dado ella le ruega que no actúa como si estuviera solo y no notara la presencia de ella. Porque así es como se mueve Roman.

La cinta juega también a varias escenas anticlimáticas como preludio de una violencia que explota en un final que el cineasta omite en parte. Recuerdo con especial «cariño» la larga escena filmada en plano secuencia donde el policía, en una mesa y ayudado con un tenedor, va sacando la pierna humana incrustada en el zapato que poco antes se ha encontrado en las tierras de Roman. Porque la obra de Bogdan Mirica tiene también algunos momentos de humor negro bien llevados.

En Dogs perro sí come perro y todos se intentan destruir al otro. Roman emprenderá una lucha contra sus propios empleados donde hay ecos de esa eterna lucha entre lo urbano y el mundo rural, con una mafia incrustada en lo más profundo de la sociedad rumana y donde nuestros protagonistas actúan por su cuenta sin contar ni querer la ayuda de nadie.

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Así, el jefe de policía lleva su investigación y caza del criminal por su cuenta, al borde de la ilegalidad, mientras Roman miente y pasa olimpicamente de su novia, en un trato frío y distante inexplicable. El empleado de Roman toma decisiones para salvaguardar su situación donde sólo importa él y no mide en ningún sus consecuencias.

Ninguno de ellos ladra. Se mueven entre pocas palabras. Su tensión se va acumulando y se preparan para morder al enemigo.

El relato va cambiando el punto de vista. Mientras que en un primer momento Roman es el protagonista indiscutible, pronto nos detenemos en el jefe de policía local, un hombre que no se sabe si se jubilará antes que un cáncer acabe con él. Entre él y el empleado de Roman hay una guerra fría que proviene de años atrás.

Dogs es un thriller seco. De hecho uno de los amigos que están cubriendo el festival comentaba el asombroso parecido entre la cinta rumana y el thriller coreano contemporáneo. Hay varios elementos y códigos que hace pensar que la afirmación de este compañero no anda alejada de la realidad. No obstante, Dogs también lleva en su ADN ciertos temas que la filmografía rumana actual (ya saben, eso del nuevo cine rumano y tal, por mucho que es una etiqueta que no me entusiasme), como ese pasado oculto y escondido, la corrupción y ese mundo masculino que sólo sabe ladrar a las mujeres.

Dogs es también una película de perros solitarios, que no saben hacer nada más que destrozarse entre ellos, sin gemir ni pedir ayuda. Es cosa de perros.

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