Aún hay un mañana (Fan Jian)

Pese a que hace ya un año que Aún hay un mañana se alzó con el Gran Premio del Jurado en el prestigioso Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam (IDFA), la película de Fan Jian todavía no había podido ser vista en España, lo que sin duda dice mucho de la poca consideración que se tiene hacia el documental en las salas de nuestro país. Es por ello de agradecer que el Lychee Film Festival, con una programación limitada, haya tenido la valentía de estrenar uno de los documentales más aclamados del pasado año.

Aún hay un mañana es el quinto trabajo del director chino Fan Jian, un cineasta especialmente preocupado por temas como el matrimonio, la familia o el contraste entre la sociedad rural y urbana en la China contemporánea. Su último documental trata sobre la poetisa Xiahua Yu, una mujer con parálisis cerebral que en 2014 alcanzó una repentina fama con el poema Cruzo media China para dormir contigo, compartido miles de veces en la red social WeChat. Los bellos poemas de Xiahua Yu sirven como columna vertebral de un documental que nos acerca la figura de una mujer de extraordinaria inteligencia, fuerza y sentido del humor.

Con un personaje de tal interés, Fan Jian corría el peligro de rasgar solo la superficie, de quedarse en la mera anécdota. Sin embargo, el director logra componer un retrato completo de la difícil vida de Yu, introduciéndose en el entorno rural donde vive y revelando sus problemas matrimoniales y familiares, sin duda el contexto en el que fluye su poesía. Gracias a un acertado montaje, el documental va revelando las diferentes capas que componen a Xiahua Yu: su decisión de divorciarse, los miedos y esperanzas ante el futuro y su madurez a la hora de lidiar con una fama tan grande como fugaz.

Como en todo gran documental, Jian es capaz de tomar un caso particular para hablar de los problemas que asolan a la sociedad china. Así, el machismo y tradicionalismo imperantes, la dura vida de trabajadores y campesinos o el choque generacional son temas que recorren todo el film, siempre de manera sutil.

Pese a que el director ha sabido mantener la distancia justa durante la gran mayoría de la película, hay momentos en que bordea un peligroso territorio de sentimentalismo y de ensimismamiento con el personaje, aunque nunca acaba cayendo en él. Al fin y al cabo, es difícil no quedarse atrapado por la fuerza de Yu, por su capacidad de romper cualquier tipo de estereotipo. Entre los aciertos del director y su cámara, Ming Xue, también se cuenta la manera en que logran trasladar el estilo poético de Xiahua Yu a unas imágenes ricas en metáforas visuales, pero sin aspavientos ni florituras.

Intencionadamente o no, el documental deja sin resolver el misterio que encierra el personaje, un misterio que es a la vez el de toda creación artística; llegar a comprender cómo una hija de campesinos con parálisis cerebral ha logrado crear una poesía tan brillante como humilde, tan cercana e intensa, tan emocionante como compleja.

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