Apart From You – Kimi to wakarete (Mikio Naruse)

Una de las ventajas y a la vez desventajas que tiene el cine japonés de los 30 a los 60 es que a excepción de Kurosawa y algún director poco conocido por la mayor parte del público de a pie, no posee cine de género con la consiguiente mezcla que conlleva en la mente del espectador películas de los 30 de Ozu, Mizoguchi, Naruse, Shimizu o Gosho. La mayoría de estos films tratan sobre las mismas historias, hecho que para mí es una ventaja ya que si te gusta este tipo de narraciones encontrarás muchas muestras de calidad de los maestros mencionados. La desventaja es que en la memoria del cinéfilo todas estas cintas revolotean cual mezcla homogénea y no sabes distinguir de qué director era esta o qué actriz sale en aquella, de hecho todas estas películas parecen encadenadas una tras otra, como si Gosho empezara la obra y Mizoguchi la terminara. La película en cuestión es de Naruse, Kimi to wakarete (Apart from you) de 1933, año en el que todos los cineastas citados aportaron grandes películas con la misma temática, actores y actrices como por ejemplo la trágica Tokyo no onna (La mujer de Tokio) de Yasujiro Ozu.

Terugiku, una joven que se ve forzada a trabajar de geisha por culpa de sus padres se enamora de un chico llamado Yoshio el cual se avergüenza de que su madre y compañera de la anterior trabaje como prostituta para darle una educación y unos estudios adecuados. Esto hace que sea un joven irascible y que vaya con un grupo de amigos que le llevan por caminos peligrosos. Terugiku irá cambiando poco a poco la mentalidad de Yoshio hasta límites en principio insospechados. Se podría pensar cuando llevas 20 minutos de película que el protagonista es Yoshio, en cambio tan solo es el vehículo conductor para que Naruse nos muestre a la mujer del Japón prostituta y luchadora: la primera se prostituye por necesidad y la segunda lo hace por obligación de los padres. Terugiku le ganará el protagonismo a la madre y al hijo con sus buenas pero sacrificadas acciones.

La prostitución en las películas de origen nipón es una constante desde los 30 hasta finales de los 60 en el que los directores denuncian las convenciones de la época las cuales está mal visto ser prostituta, hecho que casi podría resultar una contradicción debido a que era una práctica habitual. También vemos que la mujer del Japón es más fuerte que el hombre y eso es evidente en las decisiones que toman para salvar a la familia o para sacar adelante a hijos, en cambio, los hombres siempre esperan a que sus esposas o novias decidan por ellos sentados en el suelo bebiendo sake. Claro está que la gloria será para el sexo masculino y que las mujeres estarán en la sombra como así nos hizo ver también Manuel Mur Oti en su obra maestra del 57 El batallón de las sombras, otra película maldita de un director poco conocido para el gran público. Naruse en este film no siente compasión por el sexo femenino sino que fundamentalmente nos lo muestra e incluso lo encumbra criticando la actitud de los hombres de rechazar y reprochar este tipo de vida con el personaje de Yoshio, una figura intransigente que al principio sentiremos rechazo absoluto hacia su conducta para con su madre. Esta evolución de Yoshio se verá plasmada finalmente en la pelea con sus amigos y en la que Terugiku le salva de nuevo recibiendo un castigo para de nuevo librar al hombre, será la guinda para la transformación total del personaje.

El film aún siendo del año 1933 es mudo y para los cinéfilos que no estén acostumbrados al cine nipón de la época hay que decir que el sonido no llegó a tierras japonesas hasta dos años después. Al no poseer sonido, las imágenes cobrarán si cabe más importancia y la cámara se erigirá como la verdadera conductora de la historia. Naruse opta por hacer acercamientos a los personajes en momentos dramáticos clave en los que los rostros de las mujeres quedan en primer plano, imágenes potentes y bellas que harán que los intérpretes lleguen al espectador con mucha fuerza, es decir, hará que sus historias nos alcancen con una energía que solo el cine mudo a mi parecer posee.

No toda la película se mueve por terreno pantanoso ya que hay un personaje joven que nos sacará alguna sonrisa, este es el hermano de Terugiku el cual tiene un momento con Yoshio y unos calcetines con agujeros que seguramente ningún espectador haya visto jamás en pantalla en un gag que no se espera en este tipo de cine.

Naruse al final de esta maravilla que tan solo dura sesenta minutos dejará una luz a la esperanza con la acción que emprende Yoshio, un acto generoso y que al principio no supones, hecho este que le honra ya que como se suele decir, madre solo hay una. No obstante no todo es esperanza en este bello final en la estación en el cual los sentimientos afloran y el espectador se sentirá afligido ya que Terugiku para salvar a su hermana de pasar por todo aquello que ella ha tenido que soportar se volverá a ofrendar al tipo de vida que más odia para salvaguardarla de las garras de la prostitución en un bucle en el cual volverá a caer, pero esta vez por decisión propia. Terugiku se alzará como la heroína de esta preciosa cinta la cual avanza temas e historias de futuras películas de Mikio Naruse. Este desenlace aún siendo algo pesaroso no es comparable a otro del mismo año como en la ya mencionada película de Ozu en la que ocurren desgracias mayores y el director se muestra más desesperanzado en cuando al futuro de su país. Si quieren adentrarse en el maravilloso mundo japonés y en sus temas y estilo narrativo esta película del 33 servirá de maravilla.

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