Aferim! (Radu Jude)

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En la Rumanía rural del Siglo XIX no se andaban con medias tintas. Cualquier gitano, negro, otomano o que presentase un color de piel fuera de lo común era automáticamente vilipendiado, ya fuera directamente o a sus espaldas. Y mejor no hablar del perpetuo escarnio al que eran sometidos los esclavos, cuyo amo podría azotarles cuánto y cómo quisieran. Dentro de esta categoría incluso podrían estar las mujeres casadas, ya que el marido prácticamente jugaba con ellas como deseara, repartiendo palizas con el beneplácito de las fuerzas del orden. El clásico sistema piramidal, patriarcal y autoritario del antiguo orden, en definitiva.

Por tanto, no debe extrañar nada de lo que cuenta el cineasta rumano Radu Jude en Aferim! (cuya traducción al castellano sería algo así como ¡Bravo! o ¡Enhorabuena!), cuando el policía Costadin y su hijo emprenden la búsqueda de Carfin, un gitano esclavo que se ha fugado de su boyardo tras cometer una ligera fechoría con quien no debía. Tal cinta supone un cambio de registro brutal para su cineasta que en su anterior largometraje titulado Everybody in Our Family realizaba un más que interesante análisis (aunque estropeado por un giro de guión demasiado alocado) acerca de lo complicado que es rejuntar los lazos de una familia cuando ésta ya se ha roto en mil pedazos. Sin embargo, este volantazo no le ha sentado nada mal a Jude, ya que con esta nueva película ha logrado un gran trabajo que, además, le valió el premio al mejor director en la pasada Berlinale.

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Aferim! se define desde el principio como una especie de road movie con caballos. Padre e hijo acuden a decenas de sitios y en cada uno de ellos se desata una subtrama peculiar, en la que se representan la violencia, el sistema clasista y la exacerbada pasión por el esparcimiento de la época. Sobresale aquí uno de los grandes apartados de la película como es la fotografía, que alcanza su máximo esplendor al entender Jude que no debe entrometerse en su exposición; para ello, opta por no tomar planos cortos salvo que la escena no se pueda realizar sin ellos, de tal modo que el espectador goza de un gran espacio para contemplar la trama en todo su significado.

De ahí parten las demás virtudes de la cinta, que se pueden resumir en una comicidad casi negra, especialmente en la segunda mitad del film, que impregna los diálogos de Costadin con aquellos personajes atípicos que se va encontrando en su camino. Pese a la comentada lejanía técnica con la que Jude retrata a los protagonistas, estos son inmediatamente reconocibles en pantalla, ya que su personalidad está bastante bien definida. Eso sí, tampoco podemos considerarlo como un logro digno de matrícula de honor, puesto que esta época de la humanidad es perfecta para diseñar personajes tan gañanes como estos, por lo que el acierto del director es saber rodearlos de unos secundarios cuyas motivaciones, lejos de conducir a la película por otros caminos, ayudan a entender mejor el contexto general en el que se basa.

Gran película esta Aferim!, que confirma a su director como un tipo que domina el arte de contar cosas interesantes así como las técnicas necesarias para saber mostrarlas en pantalla de la mejor manera posible. Otra contribución más para un cine rumano que en los últimos diez años no ha parado de producir obras cuyo visionado se convierte en muy recomendable para todos los que gusten de este arte. A los nombres de Mungiu, Porumboiu o Puiu va a haber que empezar a unir el de un Radu Jude que, dejando el espacio suficiente entre proyecto y proyecto, puede estar destinado a contar grandes cosas a través de la pantalla.

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